Él es mis otros ojos que pueden ver por encima de las nubes;
Él es la parte de mí que puede alcanzar más allá de los mares.
Él me ha dicho mil veces que soy su razón de existir.
Por la manera en que se apoya con ternura en mis piernas;
Por la forma en que agita su cola al notar mi más pequeña sonrisa;
Por la forma en que muestra dolor cuando tengo que partir sin él.
(Pienso que él lo hace por preocupación de no poder cuidarme cuando está lejos de mi)
Cuando estoy equivocado y soy injusto, es capaz de perdonarme.
Cuando estoy molesto él juega al payaso para hacerme reir.
Cuando estoy feliz, el disfruta y muestra su alegría sin límite.
Cuando hago el ridículo, es capaz de ignorarlo.
Cuando tengo éxito, se jacta y regocija.
Sin él, sería solamente un hombre más, tan común y corriente.
Con él, me siento todo poderoso.
Él es la representación de la lealtad misma, él me ha enseñado el significado de la devoción y la entrega.
Con él aprendí el secreto del bienestar y la paz interna.
Él me ha hecho entender, lo que antes ignoraba.
Cuando recarga su cabeza en mis rodillas, cura todas mis heridas.
Su presencia a mi lado me hace sentir protegido y no temer a la oscuridad ni lo desconocido.
Él ha prometido esperar por mí, no importa cuánto, no importa donde… estar ahí cuando lo necesite.
Y espero que siempre este ahí, como siempre ha estado.
(Gene Hill – Just My Dog, Tears and Laughter, 1997)